Desde que iniciamos el viaje de Colombia hacia Panamá han sido 60 días de un intenso recorrido por los países de esta región, pudimos visitar 17 territorios de 5 países donde compartimos con personas migrantes y sus familias, comunidades locales en las fronteras, equipos y sus familias, universidades, albergues, organizaciones aliadas, todas en comunión de la misión de cuidado y construcción de humanidad compartida.
Desde Panamá hasta Nogales (frontera entre México y Estados Unidos) hemos reconocido una realidad compleja e injusta que se expresa en el cansancio y dolor de tantas niñas, niños, jóvenes, hombres y mujeres, familias enteras, migrando de manera forzada y en condiciones de mucha vulnerabilidad.
Son muchos los retos por asumir en el acompañamiento de éste éxodo: las causas que les obligan a tomar el camino; los riesgos, cada vez más violentos, que deben enfrentar en los tránsitos, resultado de las políticas restrictivas y la acción regional del crimen organizado; el hacinamiento en albergues, parques, calles, terminales… debido a la necesidad de esperar durante semanas y meses una oportunidad para completar su viaje; la desesperanza que nace del desespero y la confusión que resulta de las deportaciones.
Y al mismo tiempo, y esto es la Caravana por la Hospitalidad, contamos con el privilegio de conocer en vivo y en directo a cientos de personas que tienden sus manos en el camino para ofrecer información, para dar alimentos, para curar los pies, para brindar esperanza. Sobre todo logramos encontrar una respuesta diversa y continua en toda la región: una red de hospitalidad y humanidad compartida.